CAMINOS ORGÁNICOS / CAMINS ORGÀNICS

BENICARLÓ - IES Ramon Cid - IES La Salle

Llegué a España el año pasado en marzo y desde ese momento, mi camino orgánico ha empezado levantándome a las 6 de la mañana. Siempre que me levanto pienso en aquello que voy a hacer en el día, lo que tengo que entregar en el instituto y de vez en cuando salgo de casa con el esposo de mi madre; él me acompaña hasta la iglesia de San Bartolomé, que siempre me trae recuerdos de mi abuela. La iglesia es tan grande como mi amor por ella, mi abuela siempre me decía que mis mejores amigas siempre iban a ser mi madre y ella. Recuerdo ese momento como algo muy especial. 

Siempre llego al instituto puntual, al entrar en el tercer piso  veo el amanecer, que es algo que me inspira paz y tranquilidad. Hoy justamente al entrar a clase, he recordado algo que me pasó hace unos años en clase de matemáticas… la profesora me llamó para salir a la pizarra pero tenía mucho miedo, en ese momento la profesora se me acercó y me dijo “haz como si no hubiera nadie” yo entonces pensé en mi madre y salí. Mi madre es lo más importante para mí, es mi mujer maravilla. Al llegar a casa lo primero que hago es preguntar por ella, la amo mucho y es una de las personas más importantes de mi vida.

De regreso a casa paso por bares que son muy tranquilos y cafeterías. Hoy especialmente note el aroma del café, ese olor a café me recuerda a Colombia, allí siempre huele a café en todas partes. Los olores y los aromas son muy importantes para mi, pienso que son como máquinas del tiempo que nos transportan a un momento de nuestra vida en que sentimos ese aroma. Un día pase por una terraza y el olor del café me hizo notar dos grupos de familia sentados en la terraza, un grupo parecía algo humilde y el otro con mejor posición social, este grupo estaba algo en silencio y en móvil, mientras que en el otro estaban hablando en familia. Esto me llevó a reflexionar que muchas veces las personas que lo tienen todo, a la vez no tienen nada.

Y ahora que lo pienso bien, dejé muchas cosas atrás. Cosas pequeñas pero que son muy grandes a la vez, como el lugar donde había vivido tantos años, también el recuerdo de mi abuela y bisabuela, que ya no están en este mundo. Cuando voy por la calle pienso en qué voy hacer con mi vida y pienso mucho en ser psicóloga, ya que las pocas veces que he ido a un psicólogo me han ayudado en muchas de mis cosas.  

Algunas veces, cuando voy por las calles y veo las casas y todo lo demás, pienso que por más que quiera ver este lugar como mi hogar, no lo es. Yo vivía en Palmira, una ciudad muy tranquila pero a veces insegura; sin embargo era mi hogar, donde me sentía bien y a gusto.  En Navidad, paseando por las calles de Benicarló noté que casi no se escucha música (excepto si hay una fiesta). En Palmira, por donde vayas hay música muy fuerte de Navidad, son cosas que pienso mientras hago mi camino.

Mi camino orgánico termina algunas veces (no siempre) llevando a mi hermano al parque que queda frente al instituto. Siempre que lo veo me quedo pensando que es mi punto más débil, lo amo mucho. Siento que él tiene una mejor niñez que la que yo tuve y quiero que sienta mucho amor, porque para mí fue muy importante eso. Quiero que mi hermano tenga lo que yo no tuve, por eso le llamo la atención cuando hace algo mal, aunque sea algo tan sencillo como tirar un papel al suelo, a la calle. Siempre lo observo jugar como la persona energética, alegre y amable que es y así termina mi camino orgánico.

Nicol Jijana Martínez

 

Fotografía: Miriam García Troncho