CAMINOS ORGÁNICOS / CAMINS ORGÀNICS
BENICARLÓ - IES Ramon Cid - IES La Salle
Después del desagradable ruido del despertador, me levanto de la cama y comienzo a vestirme, no me suelo arreglar mucho porqué tampoco quiero ir como si fuese a la Fashion Week de París. Tampoco estoy yo para prepararme como si esto fuese una pasarela de Chanel, me visto aceptable y cómoda, el centro tampoco merece tanto respeto...
Una vez acabo el momento de más paz y tranquilidad de todo el día, salgo de mi casa y ahí comienza mi camino a mi centro de aprendizaje. La parte más bonita de mi ruta es cuando paso por delante de un banco cerca de mi casa, el cual están sentados un grupo de abuelitos disfrutando de la brisa mañanera, estos me transmiten un sentimiento de calma, ya que no tienen prisa y podrían estar sentados ahí durante días sin pensar en nada más que la tranquilidad de la tercera edad.
Unos pasos más delante, paso por una obra, la cual al mi parecer sigue igual que siempre, es decir, sin avanzar aparentemente, pero tampoco puedo decir nada porque tampoco trabajo en ésta. Cuando llego a la parte la cual es ahora peatonal, parecía un laberinto antes de ser lo que es ahora, casi no se podía pasar si no ibas con ojos de halcón, fijándote por donde vas, por obvias razones. Encima están haciendo cambios con las esculturas de los labradores y que no está quedando como lo esperado, quien sabe, puede ir cualquiera y pintarlas o algo parecido... ya que se han currado tanto la base donde están plantadas... y con derecho de quejarme encima. No hay ni comercios ni creo que vaya a haber, vamos a ver, es Benicarló.
Una vez en el instituto, se vuelve todo un entorno encarcelado, por no hablar de las “rejas” que hay sobre la tapia, ni que fuéramos monos para poder saltarlas. Aunque algunos lo parecen, la verdad, las cosas como son. Dentro del centro, los profesores ayudan a la comodidad en la estancia, saben explicar bien y dan un poco más de alegría a mi tedioso día. En la hora del patio, se forman diferentes guetos, mientras que mi amiga y yo nos sentamos en las escaleras laterales, sin poner ejemplos de los grupitos, que nosotras no podemos hablar mucho tampoco...
Después de este emocionante día, salgo pitando de este centro para volver otra vez por la misma ruta tan original y caminar a mi hogar para poder, por una vez al día, sentarme cómodamente y descansar un poco antes de seguir con el día con las extraescolares restantes.
Literalmente, en los 4 años de instituto que he tenido el maravilloso placer de presenciar, el único momento donde disfruté esta etapa fue un día después de salir de clase, cuando una amiga mía y yo quedamos para ir a mi casa y jugar videojuegos. Encima se supone que quedamos para hacer un trabajo de clase, pero bueno, no pasa nada.
Al próximo año, quiero estudiar un bachillerato escénico, ya que quiero dedicar mi vida a la música, composición y a la actuación. Poder viajar lejos de aquí y quedarme en una casa, más sola que la una, con un gato, en Londres o incluso Tokio, para poder inspirarme más en mi trabajo y poder llegar tan lejos como yo espero.
Martina Caldés