CAMINOS ORGÁNICOS / CAMINS ORGÀNICS
BENICARLÓ - IES Ramon Cid - IES La Salle
Cada mañana me tengo que enfrentar a mi imagen, no es algo que me afecte negativamente, pero siento que es una parte importante de mí misma. Pienso que contra más guapa esté, el día será mejor, ya que al menos podré sacar algo positivo de él. Me suelo centrar más que nada en el pelo, la ropa y el perfume, el hecho de tener todo esto correcto me da seguridad para afrontar la mañana.
Salgo a la calle y paso un parking abandonado. Mientras lo rodeo, noto una sensación extraña en la piel. Esto se debe a que por la noche se suelen escuchar ruidos aparentemente extraños. Más adelante me encuentro con “la casa del terror”, la llamo así porque literalmente parece sacada de una película de Sinister.
Paso por el edificio que he visto crecer a lo largo de los años, la casa de los ocupas, el Mercadona y luego el callejón. La verdad que no se me hace agradable pasar por allí, ya que siempre está lleno de hombres que, al pasar, se me quedan mirando y la verdad que eso me incomoda bastante, así que intento acelerar el paso.
Suelo hacer el camino en solitario y muy, muy deprisa, ya que la mayoría de las veces suelo llegar tarde. Sigo mi trayecto y me encuentro la casa de Paula, allí nos reuníamos India, Paula y yo para ir juntas. Ojalá pudiera volver a esos momentos, pero ahora ellas están en otros centros. Con India suelo hablar casi todos los días y aunque nos conocemos desde hace tan solo dos años, me ha demostrado que no es cuestión de tiempo, sino de conexión. Tenemos muchas cosas en común, una de ellas son los libros. Me encanta leer, siento que desconecto cuando lo hago y todos mis problemas desaparecen. Leer me ha ayudado a crecer tanto psicológicamente como en lo personal, no es solamente un hobby para mi, es parte de mi vida.
Paso por la iglesia San Bartolomé, donde procuro no mirar hacia arriba, ya que tengo un vértigo raro desde que tengo uso de razón. Creo que lo llaman vértigo invertido, aunque no conozco a nadie que le pase algo similar. Entonces llego al Ayuntamiento. Los recuerdos me recorren la mente, desde el chupinazo de inicio de fiestas de agosto, hasta la “cridà” de las fallas. Me encantan las fiestas, las siento muy familiares. Las charangas cantando con tus amigos, la gente, la alegría, la música... es todo tan bonito y emocionante a la vez. Luego está la calle que ha estado tanto tiempo en obras. Además de que ha sido bastante incómodo tener que caminar en ella, siento que ha sido un gasto inservible, ya que hay objetivos más prioritarios y solicitados que cortar una de las entradas más significativas de Benicarló. Bueno, pero eso es mi opinión.
Antes de llegar al instituto me encuentro el parque de la Constitución, en ese parque solo me llegan recuerdos felices de mi infancia. Ni aunque quisiera podría decir algo malo de él, ojalá valoráramos más el tiempo. Y ya estoy ahí, en el instituto, a punto de entrar. Sé que muchos alumnos sentimos rechazo hacia él, porque el estar todo el día sentados y con tantas normas se hace bastante pesado. Pero sé que cada uno de nosotros extrañaremos ir allí cada día. Ver a tus amigos, reír, hablar, sentirte a gusto. Ahora no lo valoramos porque estamos aquí, pero cuando cada uno tenga que tomar un camino diferente y el hola se convierta en un adiós o en un hasta pronto, sé que nos dolerá y desearemos con todas nuestras fuerzas poder volver y aprovechar un poquito más ese tiempo. Ahora lo vemos como un acontecimiento lejano, pero tarde o temprano llegará, aunque muchos no estemos conscientes de eso.
Camila Arias